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Texturas, capas, diagonales, geometrías... Hay otramanera de mirar la arquitectura (y de entender la fotografía): «Aprender a ver lo que nos sugieren Da Vinci, Tàpies, Dubuffet o Chillida. Con esta nueva mirada descubrimos obras escritas sobre los muros», cuenta Adrià Goula, arquitecto y fotógrafo. Porque ante un edificio la mirada de Goula no es sólo estética, es táctil, matérica: busca las líneas que ha dejado el arquitecto, las soluciones formales, la composición. «Como un músico que debe descubrir las intenciones del compositor, el fotógrafo de arquitectura también tiene que encontrar el potencial de la obra: un edificio crea una serie de ejes y alineaciones, ritmos, diferentes órdenes que surgen de los trazos que ha dibujado el arquitecto en el plano. Como fotógrafo, no se trata de inventar nada, sino de descubrir esos ejes y alinearse con ellos, tienes que quedarte en un segundo plano para que el edificio sea el protagonista», explica Goula, profesor de Fotografía de Arquitectura en la Escola Sert del Col·legi Oficial d’Arquitectes de Catalunya (Coac) y que en Navidad publica un libro con fotografías de los edificios de Josep LluísMateo (en Actar). «De no haber sido por EnricMiralles quizás ni habría acabado la carrera. Inspiró a mucha gente. Y me hizo comprender que la arquitectura lo es todo: hacer fotografía también significa hacer arquitectura, lo que con otro lenguaje», recuerda Goula, que trabajó en el estudio de Miralles y Benedetta Tagliabue antes de lanzarse por completo a la fotografía (previo paso por el despacho parisino de Yves Lion, que le dio la oportunidad de viajar a Beirut para realizar un reportaje fotográfico de la Embajada Francesa).

Más allá de sus encargos profesionales (ha fotografiado edificios para Josep Miàs, Eva Prats y Ricardo Flores, Vicente Guallart o Xavier Claramunt, entre otros) Adrià Goula desarrolla otra faceta de lo más artística: fotografías que son como cuadros abstractos (con homenajes a Tàpies y al informalismo pictórico), imágenes poéticas que contraponen dos realidades (la construcción y la ruina) o detalles como los suelos de París. «Me encanta la pintura abstracta, su geometría y sus texturas. ¡Y la materialidad de Tàpies! A veces me gustaría hacer fotos con las manos», reconoce Goula mientras acaricia una columna dorada del Cafè de les Delícies sintiendo su rugosidad, los surcos, las muescas e imperfecciones. Porque el fotógrafo defiende lo que él denomina la «estética de la imperfección». «Hoy en día se valora la arquitectura de la perfección, todo blanco, puro, bello e inmaculado. Pero este concepto nos lleva a una alienación de la realidad. A mí me interesa el tiempo acumulado en los muros, las imperfecciones y huellas que ha dejado: es la arquitectura de la experiencia », dice el fotógrafo, que se ha adentrado en lugares abandonados, en fábricas que ya no funcionan, en polígonos, para capturar la densidad del tiempo y el espacio.

Texto de: Vanessa Graell 

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